La gran fiesta que celebra al fútbol mundial está en pleno apogeo y los protagonistas son indiscutiblemente los jugadores. Es un hecho, los futbolistas son los nuevos rockstar. Imponen peinados, fungen de modelos y son el objetivo principal de las grandes marcas.
Sin embargo, poco se sabe de lo que vivieron para llegar hasta ahí. Muchos tuvieron que superar caminos arduos y panoramas desmotivadores, tal es el caso del guardameta de Irán.
Alireza Beiranvand nació en un pueblo pequeño en una familia de pastores, que se ganaba la vida viajando con el rebaño. Acostumbrado a un estilo nómada, en el que iba de un lugar a otro, se dio cuenta de que lo único constante en su vida era la pasión por el fútbol.
Contrario a la voluntad de su familia, que deseaban que trabajara con ellos, decidió probar suerte en Teherán, la capital de su país. Con tan solo 9 dólares en el bolsillo llegó a la ciudad para probar en un club regional. No tenía donde dormir por lo que pasó la noche en las afueras de la ciudad deportiva, y trabajó como repartidor de pizzas, lavando carros y como barrendero, hasta que fue fichado por el club de fútbol Naft.
Ante España salvó su arco con intervenciones que se llevaron los aplausos del estadio, y aunque no pudo detener el tanto de Costa que le dio la victoria a España, continúa destacándose y viviendo su pasión.
Beiranvand es un ejemplo de la frase que dice: no importa de dónde vienes, sino quién eliges ser.
Foto: Instagram.com/alirezabeyranvand.official